¿Aún puedo refugiarme en Dios después de haberle fallado tanto?

No existe ni una persona en la tierra que no haya experimentado el dolor, en todas la formas y tamaños que pueda existir. Ya sea el físico o el emocional, que cada uno trata de esconder o afrontar a la manera que mejor le parezca. El punto es que cuando el dolor sobrepasa nuestra fe, cerramos la posibilidad de no responder por la herida y nos llenamos de rencor a tal punto de devolver ese dolor, hacemos daños y dañamos a los demás. Lastimamos a quien con amor nos dio el soplo de vida, herimos también a Dios.

Creemos que de esa manera la persona que en un inicio nos lastimó, va a aprender la lección, pero no nos damos cuenta que al final llegamos a convertirnos en quien queremos ser y viene a nosotros la desesperación.

Pasado el tiempo, reconocemos el mal que hicimos y pedimos perdón a Dios. Él no puede resistirse ante nuestras súplicas e inmediatamente nos otorga su perdón y misericordia, olvida por completo el daño y nos brinda su confianza a ciegas.

Aún puedo refugiarme en Dios después de haberle fallado

En todo este tiempo ¿cuántas veces se ha repetido esta escena entre tú y Dios? Tal vez te de vergüenza recordarlo, pero eso es buena señal, porque hoy te acabas de dar cuenta.

Y con pena nos sentimos tan indignos de Dios, que no le hablamos, porque pensamos que ni nos querrá escuchar. Como si nosotros leyéramos su pensamiento para ser tan radicales, tomando las decisiones de Dios para seguir castigándonos, aumentando nuestro sufrimiento.

Morimos de sed, teniendo el manantial frente a nosotros. Y todo lo que hemos trabajado para seguir a Jesús lo desaparecemos en abrir y cerrar de ojos.

Déjanos decirte que si el Señor cuida día y noche por las aves del cielo que no hacen nada ¿por qué no podría hacerlo por ti?

Las caídas que tenemos sirven para tocar madera y pensar nuevas formas de mejorar, no para quedarnos estancados para siempre.

Puedes volver a anhelar el abrazo de Dios, refugiarte en su misericordia para recobrar fuerzas para cada vez levantarte más rápido. 

Aún puedo refugiarme en Dios después de haberle fallado

Dios jamás te da la espalda, Él está ahí, ahora y se percata de cada caída y no te imaginas cuanto valora los pequeños milagros que brindas cuando te levantas. Él no es indiferente ante tu dolor ¡Vuelve a sus brazos misericordiosos! Porque, aunque sea perfecto y el único que puede juzgarte, jamás lo ha hecho, mucho menos lo harás ahora.

¡Pero ojo con esto! Si bien es cierto que la misericordia de Dios es infinita, no abusemos de ella para continuar pecando, traicionando su corazón. No te engañes. ¡Es momento de volver al auxilio del Padre!

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Oración por los huérfanos (Sensible)

Oración para no caer en la arrogancia