¿Cómo puedo permanecer fuerte a pesar de las dificultades?
La pregunta que siempre nos hacemos es ¿Por qué a mí? Y agregamos ¿…si yo jamás le hice daño a nadie?
Técnicamente sabemos el porqué, pero a la hora del dolor, brotan esas y muchas preguntas más, porque estamos envueltos por las emociones que nos causa ese daño y dejamos de entender, dejamos de creer.
A todos no nos gusta reconocer las cosas que estamos haciendo mal, si nos creemos los perfectos para señalar con los 10 dedos de la mano a los demás, pero para darte un momento de autoevaluación andamos ocupados. ¡Oh casualidades de la vida!
Pero, aunque no queramos, es necesario de vez en cuando preguntarnos cómo está nuestra fe. ¿Sientes que Dios te ha dejado solo? ¿Ya no le importas porque no hace nada para ayudarte? ¿por qué permite que sufra tanto?
Sientes que no es justo y te ves obligado a examinar tu fe, si realmente vale la pena seguir creyendo. Si te encuentras en ese estado es necesario profundizar, llevarla a un plano mayor, y para ello debes saber lo siguiente:
- Dios no causa dolor al mundo, en esos momentos es fácil olvidarnos que la maldad es causada por los hombres, no por Dios. Y aunque pienses que es una creación de su mano, por lo tanto, sigue siendo culpa de Él, no recuerdas que el Señor nos regaló algo en lo que jamás puede interferir: libertad. Sin ella, seríamos simples títeres, incapaces de usar el amor, ni el razonamiento para decidir.
El mal nos nubla la vista y solo deja espacio para dirigir nuestra mirada al cielo y culpar de todo lo que en realidad nosotros provocamos.
- Si Dios es el culpable, entonces ¿por qué lo permite? Nos parece increíble pensar que, si Dios nos ama, es indiferente al dolor que llevamos porque deja que eso pase. Una mirada más allá del sufrimiento, podrá aclarar esas dudas.
- La indiferencia la tenemos nosotros, no Dios, cada vez que nos dejamos llevar por nuestras pasiones, por nuestra ira o nuestra decepción, tomamos decisiones que nos enredan en el camino del mal, arrastrando a muchas personas.
Siento que esto no acaba ¿Qué puedo hacer entonces?
- Confía nuevamente en Dios, porque Él jamás te ha dejado, entregó a su hijo amado por ti en la cruz para que tengas nueva vida y eterna.
- Aleja los malos pensamientos, No creas que te ha abandonado, recuerda que nadie como Él sabe lo que es dolor. Cristo te entiende y te sigue acompañando, cargando el otro lado de tu cruz.
- Entrega en sus manos todo lo que eres, para que herida por herida sea sanada en su amor, es ahí donde encontrarás lo que estás buscando.
Aceptamos estos tiempos que vivimos como una realidad muy dura, pero que en la fe podremos salir victoriosos, si mantenemos puesta nuestras esperanzas en quien es la fuente de agua viva.
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