La fe es el mejor escudo para esta batalla
Así como esta situación que estamos viviendo ha avanzado aceleradamente por todo el mundo, la mano del hombre no se ha quedado cerrada para prestar ayuda, para actuar con voluntad.
Personas anónimas, empresas y entidades públicas se han puesto manos a la obra para poder ofrecer herramientas de protección para los más vulnerables. Unos confeccionan mascarillas, preparan kits de aseo, canastas de víveres, limpian las calles, ofrecen sus vidas para patrullar día y noche para que todas las reglas se cumplan.
Con todo el temor de estar expuestos a esta enfermedad, sirven a su comunidad para que nosotros podamos permanecer en casa, cuidándonos los unos a los otros.
Y al ver a estas personas ingeniárselas para ayudar te preguntas ¿qué puedo hacer ahora? Porque sentimos que con lo que estamos haciendo por cuidarnos y cuidar de los nuestros no basta, tenemos ese impulso de querer hacer algo más pero no sabemos cómo o tal vez nos acobardamos porque con las justas nos alcanza el dinero para comer y desinfectar constantemente nuestras casas. No tenemos espacio para poder acoger a los que están en las calles y eso nos preocupa.
Nos detenemos a pensar un poco… ¡Ya sabemos!
Podemos empezar a pulir pequeños detalles que realmente hacen la diferencia, por ejemplo, conservar la paz en nuestro interior, a tal punto de que podamos sentarnos en la misma mesa con Judas, sin que nos la quite ¿Qué te parece?
Porque el enemigo del alma es muy astuto y al notar que ya no caemos en cosas del pasado, entra a corromper nuestro hogar.
Podemos ser mejores amigos. El que no podamos vernos, no significa abandonarlos, podemos enviarnos mensajes, hacernos llamadas y sentir el consuelo al escuchar sus voces y la seguridad de que pase lo que pase vamos a estar apoyándonos.
Podemos ser mejores esposos, no solo al distribuirnos las tareas del hogar, sino al darnos un tiempo en pareja para compartir vivencias de cuando éramos enamorados, planear alguna cena, bailar o escuchar la música que nos identifica.
Podemos aprender a ser mejores padres, aprovechando la convivencia diaria con los hijos, vamos descubriendo y compartiendo sus gustos, sus historias y sus sueños. Y así reconocer en qué parte nos hace falta trabajar más para no romper esos valiosos vínculos.
¿Sabemos qué más podemos hacer? Podemos rezar
La primera muestra de amor más grande que puede existir es dar la vida por alguien, la segunda es orar. ¿te das cuenta del maravilloso poder que conlleva esto? Y puedes hacerlo en todo momento, mientras barres, cocinas, lavas la ropa, por si se te escapa alguna intención antes de dormir. Podemos como instrumentos de Dios, acercar las almas a su reino con todas las fuerzas de nuestra fe. Pedir por la protección de los enfermos, de los abandonados, no hay oración que no toque el corazón de Cristo para que obre.
Y no olvides que también puedes sonreír, pues no te imaginas el efecto que puede tener en alguien, es como una caricia al alma.
Adaptando estas actitudes a la nueva realidad que vivimos, podemos producir grandes cambios en nuestro entorno que más adelante influenciaran en el desarrollo del mundo entero.
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