¿Los sueños que Dios te dio de niño, son los mismos por los que ahora luchas?
Cuando eras un niño ¿con qué soñabas?, ¿te acuerdas? Y si los recuerdas, ¿los has cumplido? Porque eran de esos sueños que contabas a medio mundo con el brillito de ilusión en tus hermosos ojos.
Y si los has olvidado, ¿qué crees que ha sucedido?, ¿tal vez las responsabilidades que llegaban mientras crecían junto a las preocupaciones, han escondido esos sueños bajo la almohada?
Cierra tus ojos por un momento y vuelve años atrás cuando decías: “Yo de grande quiero ser…”, nos encantaría fotografiar ese momento e imprimirlo en la ropa que usas, en los cuadros de tu casa o en la taza donde tomas tu bebida preferida, y puedas identificar qué emociones te han causado.
Existen dos grupos en los que ahora te puedes encontrar:
– Sentimientos fríos, de “modo automático”, lleno de inseguridades y miedo al fracaso.
– Sentimientos de remordimiento, frustración y tristeza.
¿Qué pensarías si te decimos que el éxito que sigues buscando se encuentran en los sueños de tu niñez? ¿Por qué no podemos lanzarnos a la piscina como otras personas lo han hecho y que ahora son felices con sus logros? ¿Será que esas personas tienen algún súper poder del cual nosotros no hemos sido bendecidos por el Señor?
Si te das cuenta, cuando ves alguna novela o alguna película donde el protagonista renuncia a sus más grandes sueños porque es invadido por sus inseguridades y el desacuerdo de la sociedad; tú sueles apenarte mucho, hasta le dice: ¡No te rindas, lucha por lo que realmente quieres ser! ¡Todo se puede! Pero cuando tú eres el protagonista de tu vida ¿qué sucede? Ya no tienes tiempo para esas cosas, no piensas dejar tu trabajo de muchos papeles y poco sueldo para volver a tu raíz.
Aún estás a tiempo de volver a lo que hacía latir fuerte tu corazón
Si te animas a intentarlo, ten la seguridad de que llegarás a la cima de ese sueño, lo harás completamente, si empiezas a prepararte desde ahora, con mente positiva. Te daremos algunos consejos:
Cada día prepara un tiempo y espacio para estar solo y en el silencio de la oración, meditar sobre lo que solías hacer de pequeño. Puedes acompañarte de un diario, para que no se te olvide ningún detalle. No descartes nada, plasma todo lo que salga de tu mente y corazón.
Busca historias inspiradoras. Conoce sus inicios, sus luchas, tal vez se asemejan a las tuyas y lo más importante, te darás cuenta que son tan humanos como tú, con las mismas bendiciones es que llegan a ti.
Piensa en qué eres bueno. Reconoce tus talentos, tus dones y úsalos para contribuir en el mundo. Por lo demás, no te preocupes, vendrá por añadidura.
Esperamos de todo corazón que vivas y revivas todos los sueños que has podido tener guardado en tu hermoso corazón, cuando los hayas alcanzado, notarás esa paz y alegría de haber tomado la mejor decisión. ¡Ánimo y que Dios siempre te acompañe!
Comentarios
Publicar un comentario