Si no puedes dormir tranquilo, es porque quizá hoy Dios quiere hablar contigo

El día de hoy ¿cuántas veces te has dejado “importunar” por Dios? ¿En todas las actividades que has realizado, dejaste ser acompañado por su presencia?

Tal vez el tiempo ni te alcanza para comer, dirás que mucho menos para ponerme a orar por lo que Él ya sabe. Así que nos levantamos temprano y con las mismas nos acostamos, si es que sucede claro, porque al día siguiente tengo reunión con mis colegas, o tengo que preparar el desayuno para mis hijos o tal vez tengo un examen sumamente importante ¡No hay tiempo!

Pero llega un momento en el que has terminado de cumplir todas tus obligaciones con éxito, te alistas para acostarte, pero no te sientes satisfecho. Le das mil vueltas con la mente a una situación que no comprendes ¿Qué te falta? Tengo una buena vida, soy una buena persona, relativamente buena, no me falta comida, tengo un techo, una familia. ¿Mi vida está realizada en verdad?

Si no puedes dormir tranquilo, es porque quizá hoy Dios quiere hablar contigo

Estas pueden ser algunas preguntas que nos inquietan la mente y solo puede significar una cosa: necesitas hablar con Dios. Pero ¿Qué necesidad tiene Dios para hablar conmigo si ya lo sabe todo?

La verdad es que ninguna, pero Él decidió en su ternura darnos este obsequio, porque la necesidad se marca en nosotros, de aprender, de llenar el vacío inexplicable de nuestro ser. Te planteamos esta historia:

Una madre decide hacer galletas para sus 4 hijos después del almuerzo, y uno de ellos les pregunta si puede ayudarla a prepararlas. La madre con gran ilusión acepta. Les enseña con paciencia y mucho cariño paso por paso desde los ingredientes, el amasado y horneado. La madre no tiene la necesidad de que sus hijos preparen las galletas porque ella ya sabe cómo hacerlas, sin embargo, decide bajar su nivel de aprendizaje a la altura de sus pequeños por amor.

Si no puedes dormir tranquilo, es porque quizá hoy Dios quiere hablar contigo

Cristo hace lo mismo con nosotros, su amor inagotable se desborda para enseñarnos cómo moldear el camino de nuestras vidas, nos hace una pausa para saber si realmente lo tienes todo para amar y ser amado.

Y si es la primera vez en años que vamos a dirigir una oración a Dios, la vas a recordar toda tu vida, porque será a corazón abierto, con todo lo que te cueste para que luego sepas valorar el tiempo íntimo entre tú y Dios. La oración te llevará a la montaña indicada para que escales con la fuerza, paciencia y los grandes deseos de seguir buscando lo que mañana pueda inquietar nuevamente tu corazón.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Oración por los huérfanos (Sensible)

Oración para no caer en la arrogancia